LA ENVIDIA SIEMPRE VA DE LA MANO DE LA CRÍTICA
Desde la Sociedad Científica para la Investigación de la Conciencia SCIC.
Hoy queremos hablaros de una emoción muy destructiva. “LA ENVIDIA”.
Entendemos como envida desear algo que no se posee y sentir pesar por el bien ajeno. Por desgracia, además, es un sentimiento relativamente popular que hace que la persona que lo alberga se empequeñezca. Por otro lado, podemos decir que no solo se da con personas “inalcanzables”, sino que también aparece con respecto a personas que están en los círculos cercanos o actividades afines.
Esta sensación tan desagradable se produce sobre todo por dos tendencias humanas: querer lo que no se puede tener y compararse continuamente con la gente de alrededor. La envidia, por tanto, nace del anhelo y arrastra al envidioso a la falta de empatía.
La envidia es una de las emociones que más malestar e infelicidad causa. Puede tener en ocasiones un efecto autodestructivo ya que lleva consigo un gran sufrimiento, malestar, incluso tristeza, para la persona envidiosa, que tiende a distorsionar de manera poco saludable la realidad.
Antes de continuar con la definición de “envidia” debemos aclarar que un individuo puede desear lo que tiene otro (una casa, un coche nuevo, un buen trabajo, el éxito…) y no sentir envidia por ello, es decir se trataría de un anhelo lógico y natural que experimenta cualquier persona de vivir una situación que percibe como mejor que la suya. Estaríamos hablando de lo que coloquialmente llamamos “envidia sana”.
Pero el envidioso, en el sentido negativo e incluso patológico del término, contempla el bien ajeno como algo inalcanzable para él; por lo que automáticamente le gustaría poseerlo. Además, siente un deseo irrefrenable de que el otro deje de tenerlo; incluso de privarle de ello, llevándole incluso a mentir, difamar y traicionar por conseguirlo. Esta es la raíz de la envidia como sentimiento negativo.
Una persona envidiosa intentará difundir la idea de que el otro no merece lo que tiene, poniendo más atención en los aspectos negativos que en el talento y el esfuerzo que puede haber detrás de lo que el otro ha conseguido, aunque sea para un bien en general.
Se trataría, en definitiva, de tener lo que posee el otro, y si no puede conseguirlo, que el otro tampoco lo tenga. Quiere ser él mismo, pero con los bienes del otro, sin tener en cuenta que todo tiene un coste en esta vida, y grandes consecuencias.
La envidia es un sentimiento muy reprochable. De él surgen pensamientos y actitudes poco decorosas como la crítica destructiva.
¿Por qué son así estas personas?
El envidioso suele actuar por la espalda, indirectamente, escondiéndose, ya que no es un sentimiento que goce de la aprobación social (más allá de hablar de “envidia sana” como sinónimo de admiración).
Por lo tanto actúa de manera silenciosa, ocultándose, suele ir creciendo con el tiempo y puede llevar a personas a alegrarse de males ajenos.
Sin embargo, a veces se deja advertir y viene cargada de reproches o apreciaciones que no siempre son entendidas por el envidiado. Esto es así, porque su expresión aparece precisamente disfrazada bajo estas formas confusas de reproches y críticas fáciles y destructivas.
La envidia: uno de los sentimientos más terribles y destructivos.
Por otro lado, una vez que nace la envidia se mezcla con otros muchos sentimientos contradictorios: admiración, frustración, indignación, malestar, odio, etc.
La envidia es uno de los sentimientos más venenosos. Se siente envidia del prestigio, del éxito, del dinero, de la salud, del éxito emocional, de profesiones, etc. Todo ello hace estallar y provoca la crítica más inmediata como forma de desahogo.
Es una crítica repetitiva que no busca sacar nada en claro, sino alimentar la autocomplacencia, con la única intención de hacer sentir mal al otro.
La envidia puede ir de la mano de difamaciones, insultos o mentiras con tal de no aceptar la realidad y no ponerle palabras al sentimiento.
“La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”
-Miguel de Unamuno-
Mirarse a uno mismo antes de hablar del otro
El juicio dañino que se deriva de la envidia es fruto de la apatía e infidelidad por la vida propia: la envidia refleja lo que nos falta, el inconformismo y el autorrechazo.
Es un sentimiento que habla de la insatisfacción y huye de reconocerla.
No es cuestión de conformarse siempre o de no buscar la superación personal, pero una de las mejores formas de re-encauzar a la envidia es utilizarla como motivación.
Es decir, que los éxitos de los demás sean la chispa para que despertemos y nos pongamos en marcha.
Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica.
La crítica es el cáncer del corazón”
-Madre Teresa de Calcuta-
Esta manifestación es tristeza airada o frustración por el bien ajeno o por el cariño o estimación de que otros disfrutan.
La envidia es un sentimiento mezquino que corroe al ser humano desde tiempos inmemoriales y está considerada como pecado capital porque es la fuente de otros vicios y fue Caín y no Abel el primero en experimentarla, según la Biblia, que narra la rivalidad entre ambos personajes.
El filósofo, escritor y matemático británico Bertrand Russell, define esa manifestación como una potente causa de infelicidad, mientras que el afamado psicólogo madrileño Iñaki Piñuel Zabala, autor del ensayo empresarial Liderazgo Zero, sobre rivalidad y violencia, entre otras obras, la describe como un signo de inferioridad.
En término psiquiátricos la envidia es una enfermedad, ya que el inviduo experimenta trastornos de personalidad, depresión y signos de falta de autoestima, al conjuro de enormes deseos de poseer valores, atributos y cualidades ajenas, en su afaman por sentirse superior.
Ellos suelen pedir a gritos el mal de los demás, incluso llegando a desear la propia muerte y están en todas partes como una plaga.
¿Cómo detectar a una persona envidiosa y destructiva patológicamente?
¿Quién no se ha topado en algún momento de su historia personal, con una persona que es envidiosa, maliciosa, y destructiva?
La envidia es una de las emociones más nefastas que existen, y lo peor de todo… es que estas personas nunca van a sanarse. A más edad, más resentimiento acumulan.
Este tipo de temples están a nuestro alrededor sobrevolándonos como si fueran un satélite.
¡Vigilándonos constantemente!
Lo que siempre debes tener en cuenta es que este tipo de sujetos están enfermos de ira, frustraciones y resentimientos.
Son almas oscuras precursoras e ingeniosas a la hora de inventar historias para defenestrar a quienes envidian, su alimento es el conflicto, son expertos manipuladores de la verdad.
¡pero ojo! de generarle el conflicto a ese prójimo con el cual se obsesionan, (ese alimento es similar al goce perverso) hasta tal punto que suelen volverse peligrosas, porque puedes estar frente a un individuo de estructura psíquica perteneciente al narcisismo, psicoticismo, psicopática o borderline. Pero nunca serán neuróticas.
El envidioso destructivo, no desea lo que tu tienes, lo que desea fervientemente es que tu no lo tengas. Y hará todo lo posible para que lo pierdas, mostrando una cara absolutamente opuesta… se vislumbra ante el mundo como feliz y hasta grita a los cuatro vientos lo bien que se siente consigo mismo.
Los ojos del envidioso siempre están puestos afuera: en las alegrías, los logros o los talentos del otro.
En lugar de mirar en su interior y apreciar lo que es o lo que tiene, se compara y siempre sale perdiendo. “¡Qué injusto!”, se dice, “a él/ella lo quieren más, él o ella tiene más éxito. Y piensa “Soy yo quien merece eso”.
La envidia nunca es placentera, porque pone a la persona en contacto con sensaciones de inferioridad de forma directa. Ocurre que los éxitos del otro le muestran su propia incapacidad e inferioridad.
La envidia puede oscilar entre la ironía, pasando por chismes que el envidioso esparce para desprestigiar al envidiado, hasta algo gravísimo. La persona envidiosa padece de una violencia solapada.
En la envidia destructiva, la persona ve al otro como un estorbo. Si esa desazón sigue creciendo puede planificar cosas terribles. Esto, dependiendo de la estructura psíquica de su personalidad.
La envidia patológica es típica en las estructuras psíquicas de los/as psicópatas.
Los envidiosos/as patológicos se sienten “imaginariamente” amenazados y angustiados por el éxito, la felicidad y prosperidad de otros, porque sienten que no pueden tener eso. Entonces, si no lo tienen, lo destruyen.
El disfraz del envidioso destructivo.
Las personas envidiosas se disfrazan con un fuerte carácter y personalidad manifiesta, de aparente perfección y rectitud. En esa coraza esconden la baja autoestima, frustraciones y desilusiones porque son conscientes que llevan una vida desprovista de auto amor, y aprecio genuino.
Ante un logro de alguien cercano se obstinan en apagar su brillo para ubicarlos a su mismo nivel, pues los envidiosos no quieren ser superados.
Disfrutan de menospreciar a las personas y hacer comentarios destructivos y falsos sobre el envidiado delante de otras personas o medios sociales.
Las personas envidiosas tienen un lenguaje no verbal y por allí los puedes identificar. La presencia de una persona envidiosa en tu entorno sabotea amistades, acaba con ilusiones, habla de ti a tus espaldas por la simple razón de apagar tu brillo.
Sufren de frustración generada por su complejo de inferioridad y su baja autoestima.
Este artificio que utiliza el envidioso lo hace para modificar conscientemente su aspecto o condición nefasta, para no ser reconocidos, se transforman en personas caritativas, compañeras, solidarias, altruistas, y hasta llegan hacer cruzadas para ayudar a los vulnerables, pero en sí, estafan a la sociedad en general, mostrándose como seres sensibles y empáticos.
Lo que tapan y disfrazan en realidad son sus sentimientos frustración, ira, rabia e incluso odio.
“Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro.”
Cicerón
La palabra envidia viene del latín invidere, compuesta de «in» (poner sobre, ir hacia) y «videre» mirar. Envidia significa, pues, «poner la mirada sobre algo».
Decía Napoleón que la envidia es “una declaración de inferioridad”
Según esto podemos deducir que la envidia está íntimamente relacionada con la falta de autoestima por parte del que la padece.
Los envidiosos, que suelen tener una baja autoestima, menosprecian los logros ajenos, los viven como una ofensa a su propio ego.
Amaia Montero: ‘Si te critican es porque te envidian, si te envidian es porque te admiran’
Comité Científico de la SCIC.