Testimonio de experiencia de TCI. Antonia Esteban Nicolás. Psicóloga Clínica.
Cuando un hijo fallece es el sentimiento más desgarrador que puede sufrir un ser humano, no solo es antinatura sino que da fin al fruto de un acto de amor incondicional, a un proyecto de vida, de familia, de ilusiones truncadas... es un hachazo que te destruye como persona, como madre, como ser.
No terminaba de convencerme de que mi hijo hubiera desaparecido y mi corazón e intuición me decían que seguía vivo a mi lado, y la experiencia me lo confirmó irrefutablemente, recibí un mensaje de mi hijo tras la sesión de TCI, fue una experiencia increíble y única, vivida en el experimento Isabela.
Sentir que esta tan cerca, conocer y dilucidar que es él, porque me llama como siempre me llamó, me habla como él lo hacia mientras estuvo entre nosotros, y me trasmitió una gran serenidad, su cariño por nosotros es tan "REPARADOR" del daño emocional que me hace sentir en paz y con una tranquilidad inmensa.
Todo esto me hace confirmar que esas "señales", esa intuición de que sigue estando a nuestro lado, nos protege, nos ayuda y nos acompaña en nuestro caminar del día a día, es completamente cierto.
Esta experiencia es la prueba incuestionable de que está y está cerca, y además de que su esencia, su alma, o su ser, sigue estando vivo, y es el consuelo para seguir adelante, con aliento, con ilusión, y esperanza del reecuentro con él cuando ya no estemos en este mundo.
Para mi ha sido una experiencia única e irrepetible, y agradecer enormente la oportunidad de haber participado en este experimento.
Desde mi parte profesional y como Psicóloga Clínica y especialista en acompañamiento en procesos de duelo, creo que sería una herramienta valiosísima en el proceso de las personas que sufren la pérdida de un ser querido, fundamentalmente en pérdidas traumáticas como son enfermedades con un proceso muy rápido de muerte, accidentes, y suicidios, de niños y niñas y/o jóvenes.
Estos procesos son tan duros a nivel emocional que "anulan" a la persona reduciendola a un estado "vegetativo", de dejadez, abandono, negación, entrando en un proceso profundo de depresión, y ansiedad de origen exogeno, negando su propia vida,que dificilmente salen a flote, convirtiendose en duelos patológicos muy difíciles resolución.
Contar con la posilibidad de utilizar sesiones de TCI sería un apoyo emocional donde los familiares, padres y madres de hijos fallecidos, pudieran tener la ocasión de comprobar que sus hijos siguen estando presentes en sus vidas, y más vivos que antes, por que están viviendo en plenitud.
Este apoyo emocional les daría la esperanza y tranquilidad para poder seguir viviendo y mantener apegados a la vida, a sus familias, al resto de hijos, y reparar este daño emocional con el consuelo del encuentro futuro de sus seres queridos, aprendiendo a vivir de forma diferente, con esperanza, y autocompasión.
Sería enormemente valioso poder utilizarlo a nivel profesional con los casos crónicos de duelo patológicos.